31 mayo 2010

¿Cuánto vale?



Qué importantes son esos momentos en los que, desbordados por gran cantidad de problemas, decidimos que todo nos da igual: “¿y qué pasa? Ahora no me voy a preocupar por eso. Los próximos 5 minutos serán para mí”. Si así lo hacemos y nos dejamos llevar por el momento, solemos entrar en una fase de desconexión. Creamos una película protectora a nuestro alrededor, que nos hace inmunes a todos los agentes invasores externos, entonces, es cuando nos hacemos plenamente conscientes del presente y viene esa sensación de serenidad que tanto necesitábamos y es sólo en este punto cuando podemos conocer el auténtico valor de las cosas.

Probablemente ahora se esté preguntando qué quiero decir cuando hablo del “auténtico valor de las cosas”, me estoy refiriendo al valor real y objetivo de cada evento, situación, objeto…, en definitiva, de todo lo que existe y se crea a nuestro alrededor; pues bien, su valor es cero. Para su información, “cero” no es el valor más bajo posible, “cero” es la ausencia de valor. En otras palabras, todo tiene igual valor, su valor objetivo es neutro, somos nosotros los que decidimos si algo es “bueno” o “malo” y si es “importante” o “nimio”. Dicha clasificación viene acompañada de una carga de sensaciones y sentimientos, los cuales, dependiendo de su atribución, serán igualmente etiquetados por usted como “buenos” o “malos”. 

Estas pequeñas, y a menudo, inconscientes, decisiones son producto de todo el aprendizaje de experiencias y consejos que hemos ido adquiriendo. Su fuente de alimentación es nuestro pasado. 

El cerebro va creando una compleja estructura basada en asociaciones. De pequeños aprendimos que esto es peligroso y aquello otro es divertido, en base a experiencias concretas y hoy en día provocamos esas sensaciones cada vez que surge un estímulo que entra dentro de esa categoría. Pero ¿quién nos dice que esta estructura es la correcta? Y sobre todo, ¿Está dispuesto a continuar basando cada una de sus experiencias en su propio pasado? Como bien sabe: el pasado y el futuro no existen, ambos son creados por su mente. Ni el pasado ocurrió de tal manera como actualmente lo evoca, ni el futuro será como ahora imagina. Entonces ¿Qué es lo que tenemos realmente? El presente, en efecto, que sin duda es lo único que importa.

Miren, les voy a contar algo: Hoy, el día ha amanecido gris. La verdad es que no era algo con lo que contara, pues anoche, la previsión del tiempo pronosticaba todo lo contrario, pero el caso es que… esta mañana el cielo era gris. Lo primero que experimenté fue frustración, no me apetecía nada encontrarme con esta situación, durante unas milésimas de segundo me sentí realmente mal por ello y cuanta más importancia y atención le atribuía, peor, pero, afortunadamente, fueron sólo milésimas de segundo, pues al instante recordé la opinión de cierta persona acerca del encanto de un día nublado y entonces me reí y todo cambió, aunque el cielo seguía igual.

¿Por qué escogí en un principio esa sensación de frustración? ¿Fueron las condiciones meteorológicas las que crearon ese estado interno en mí? o ¿fui yo? Evidentemente ni el cielo, ni las nubes tuvieron nada que ver en mi decisión, fue algo elegido por mí. 

Cualquier situación o circunstancia que experimentamos es neutra. Usted, y sólo usted es quien la enriquece con un matiz y sensaciones determinadas. Podemos decidir, sobre cualquier cosa, cómo la vamos a experimentar. La capacidad de elección es una forma de poder que reside en nuestro interior y de la que tenemos plena libertad para su uso. Cuando escogemos tenerla presente es cuando se demuestra el grado de calidad y la grandeza en nuestras decisiones.

Si traslada esta información a la empresa, hágase consciente de las veces que ha tomado decisiones en base a sus experiencias pasadas. El problema es que muchas de esas decisiones suelen afectar a más personas. ¿Se ha parado a pensar de qué manera sus decisiones influyen en su equipo, compañeros,… y sobre todo, en los resultados de su trabajo?, ¿estaban esas decisiones mediatizadas por sus prejuicios?, ¿considera correcto actuar así en el ámbito profesional? Bueno, una vez analizada la situación actual ¿Está dispuesto a continuar funcionando de la misma forma? ¿O por el contrario le ilusiona tener el poder de tomar decisiones que le satisfagan?

Tenga en cuenta una cosa: El mundo no desea verle sobrevivir. Hágase un favor y dese la oportunidad de decidir cómo quiere que sea cada momento, cada interacción, cada experiencia, sin permitir que se contaminen. Se lo agradecerá a sí mismo y se lo agradecerán los demás. Gracias, por adelantado.


Eurotalent.

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