30 septiembre 2005

El club del liderazgo


Introducción

El Club del Liderazgo pretende contribuir de manera sencilla y práctica a que quienes dirigen equipos –desde el primer ejecutivo de la empresa hasta el novel coordinador de un pequeño grupo de personas– lo hagan cada vez mejor. Cervantes aconsejaba: “Sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay positivo si es largo”, y a ese consejo nos remitimos, pues con frecuencia se ha presentado el liderazgo en ensayos profundos y densos, difíciles de digerir.

Cinco directivos nos cuentan sus reflexiones sobre un mejor modo de liderar, en monólogos que hemos querido que sean amenos, simpáticos, un poco al estilo de “El Club de la Comedia”. Pretendemos así homenajear a sus magníficos guionistas, iluminadores de este texto, con quienes compartimos la voluntad de difundir valores sociales. Estos personajes, de distintas edades, géneros y ocupaciones, son una especie de Cinco jefes.com y reflejan inquietudes muy cercanas a las nuestras: el nuevo director general de un grupo industrial, embarcado a sus 45 años en un proceso de transformación; un ingeniero de apenas 50 convertido en director gracias a su portentosa capacidad intelectual y a su esfuerzo; el emprendedor nato, hecho a sí mismo, por encima de los 60, que ha creado un próspero negocio; una líder natural que no ha cumplido los 30 y que practica el liderazgo desde sus tiempos asociativos y universitarios, capaz de modelar sus reflexiones, y un joven de unos 35 años a quien por primera vez le han asignado un equipo de personas muy cualificadas.

“El progreso de la neurociencia es tan acelerado que el 90 por ciento de todo lo que sabemos sobre el cerebro lo hemos aprendido en los últimos diez años.” Citamos estas palabras del ex director del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, Lewis Judd, para reforzar el argumento de que es necesario renovar las ideas, y evitar en lo posible caer en el tópico de que esto de liderar es demasiado teórico. Nada hay más práctico que una buena teoría; además, la mayor parte de los directivos que leen un libro, ven un vídeo o escuchan una conferencia sobre liderazgo no se quejan de pensamientos teóricos, sino de su falta de aplicabilidad.

¿Cómo pongo en marcha lo que me han enseñado para ser mejor directivo, para que los miembros del equipo me consideren de verdad un líder? El liderazgo, seguramente el más poderoso de los conceptos empresariales, ha germinado como un jardín en el que crecen mitologías –biografías de generales excepcionales, políticos prodigiosos, libertadores varios y virtuosas almas de la caridad-, casuísticas –ejemplos más o menos afortunados de lo que le pasó a uno o a otro y que determinó su éxito o su fracaso-, metáforas –el liderazgo en el toreo, en el fútbol, en la gastronomía, en las civilizaciones– y literatura –cuentos mejor o peor escritos sobre líderes y seguidores-. Nuestro reto, querido lector, es doble: proporcionarle un conjunto de actividades de fácil memorización para liderar mejor, y conectar estas actividades con los grandes intangibles de negocio: clima laboral, cultura corporativa, compensación, credibilidad.

¡Por aportaciones no quedará! Los conceptos aquí recogidos se basan en Lippit y White, en French y Raven, en McGregor, en Hersey y Blanchard, en Blake y Mouton, en McBer, en Likert, en Adair, en Bennis, en Kotter y en los grandes autores españoles del liderazgo: Santiago Álvarez de Mon, José Manuel Casado, Javier Fernández Aguado, Carlos Herreros de las Cuevas, Eduardo Bueno, José Aguilar, Nuria Chinchilla, Salvador García y nuestros compañeros de Eurotalent Fernando Bayón, Vicente Blanco, Gonzalo Suárez, Isabel Simonet, Marta Romo, Alberto García Casillas... y para no hacer la lista interminable, al resto del equipo. No obstante, habrá que recordar lo que el maestro Borges nos enseñó: “Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo importante es lo que se hace con ellas”.

Los autores nos daríamos con un canto en los dientes –mejor, por satisfechos– si lográsemos poner en claro qué significa el liderazgo, que sea capaz de llevarlo a su día a día, que incorpore a su lenguaje las actividades de liderazgo, las variables de clima, los roles dentro del equipo, la generación de confianza, la diversidad cultural, etc., y que pocos meses después de haber leído este librito y haberse puesto a trabajar en su plan de acción resulte evidente para todos que lidera mejor que antes.

¿Se imagina el cambio espectacular en el clima laboral –y, en consecuencia, en la cuenta de resultados– que se produciría con un pequeño porcentaje de mejora de todos los directivos de una compañía mediana o grande? Incluso si ya lidera suficientemente bien, no le hará daño repasar los fundamentos y someterse a un ajuste fino. Recuerde que la diferencia entre un aficionado y un profesional radica precisamente en su capacidad de progresar.

“Abróchense los cinturones. Va a ser una noche movida”, decía Bette Davis en Eva al desnudo. Imagínese sentado en un pequeño teatro, junto a otros directivos de su empresa: cinco ejecutivos van a salir a escena, uno a uno, sucesivamente, para contarle cómo llegaron a convertirse en líderes versátiles y competentes.

Cuando acabe la lectura del libro, también podrá, si ése es su deseo, calzarse como Pulgarcito las “Botas de siete leguas” y releerlo a saltos, como los libros de Julio Cortazar o el Ulises de Joyce, a la búsqueda de las dimensiones de liderazgo, por ejemplo. Es su decisión: si quiere desarrollarse, enhorabuena y gracias en nombre de toda la humanidad.

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