30 junio 2011

Ejecutivos despedidos

De vez en cuando, el cine se acerca a la empresa para mostrarnos las grandezas y miserias de ésta y para enseñarnos valiosas lecciones. Es el caso de “The Company Men”, escrita y dirigida por John Welles y protagonizada por Ben Affleck, María Bello, Chris Cooper, Kevin Costner y Tommy Lee Jones. La cinta nos muestra un año en la vida de tres ejecutivos que son despedidos de la misma gran empresa: una naviera creada hace 30 años y cuyo Consejero Delegado, para elevar el precio de la acción y no ser devorados por un grupo rival, prefiere llevar adelante una considerable reestructuración. La directora de Recursos Humanos (María Bello) no tiene nada que decir; se limita a ejecutar el plan de su jefes y prescindir de los que puedan salir más caros, independientemente del talento que tengan los que se van y los que se quedan.
Entre los desvinculados, un exitoso jefe de ventas (Ben Affleck) que cobra unos 160.000 dólares al año; el responsable internacional (Chris Cooper), un veterano de 60 años dispuesto a seguir viajando todos los días de la semana y el Vicepresidente (Tommy Lee Jones), que fundó la empresa y que no está en absoluto de acuerdo con este darwinismo empresarial que parecen requerir los nuevos tiempos.

En cada uno de estos directivos observamos las posibles respuestas que nos ofrece el cerebro más primitivo, el del reptil, que todos tenemos como impulso primario: bloqueo, lucha o huida. O bien tratar de vivir como si nada hubiera pasado, con el mismo gran chalet, dos coches (uno de ellos un Porsche), la pertenencia a un selecto club de golf… y tratando de evitar que sus amigos, vecinos y parientes se enteren de que el “ejecutivo de éxito” está en el desempleo. Afortunadamente, a este ejecutivo le “salva” su red social: su mujer, pragmática, que corta el ritmo de vida por lo sano, y su cuñado, pequeño empresario del sector auxiliar de la construcción que trabaja como una mula para que sus empleados sigan cobrando cada mes. Otro ejecutivo se bloquea, se dedica a beber y lanzar piedras a la sede corporativa de la que fue su empresa y sufre al máximo su edad y su condición. Su final, evidentemente, será dramático. El tercero es un ejecutivo luchador porque siempre lo ha sido. Es la conciencia de la película y de esta crisis: la apuesta por negocios honestos, en los que las personas puedan dar lo mejor de sí mismos y donde el beneficio tenga un sentido, no sea un mero apunte contable fruto de la ingeniería financiera, como él mismo dice. Es quien se atreve a decirle a la cara, respetuosamente, al Consejero Delegado de la empresa –a quien fichó en los 80- que lo que hace (y por lo que se lucra, al ser uno de los 20 ejecutivos mejor pagados del país) no tiene ningún sentido. Es el que se reinventa como asesor y como emprendedor, en la línea con lo que nos propone el profesor Ignacio Álvarez de Mon en su estupendo libro “Eduardo, ¡estás despedido!”.

La crisis actual, con 4.910.200 desempleados en nuestro país según las estadísticas oficiales (la Encuesta de Población Activa no recoge a los autónomos sin empleo que no se apuntan al INEM, a quienes reciben ciertos cursos de formación y a muchos estudiantes a quienes les gustaría trabajar, aunque fuera parcialmente, pero no ven opciones; por otro lado, en la economía sumergida puede haber hasta 4 millones de personas), es una crisis de modelo, de la que no se salvan los ejecutivos, por más que tengan sus MBAs y una dilatada experiencia laboral con resultados demostrados. La globalización, el desarrollo tecnológico acelerado y los “océanos azules” que transforman sectores enteros, están cambiando el paisaje empresarial como nunca antes.

“El talento escasea y el salario del resto disminuye”, ha escrito el periodista británico y autor de “El economista camuflado” Tim Hartford. Vivimos en un cambio de época que se define por el hecho incontestable de que el talento es más escaso que el capital. Por ello, debemos luchar, mostrar fortaleza mental (la empresa de “outplacement” a la que se contrata en la película anima a los recién desempleados a repetir el mantra: “I will win, because I have Faith, Courage and Enthusiasm; “Voy a vencer, porque tengo Fe, Coraje y Entusiasmo”), apostar el todo por el todo a nuestra vocación y contar con una red de personas que nos apoye (“The Company Men” muestra que, salvo alguna excepción, los ejecutivos se sienten muy solos cuando dejan de ser triunfadores). 

El Talento, la Empleabilidad, es cuestión de seguir creciendo cada día –con personas que nos aprecian, que nos sirven de espejo- como protagonistas de nuestras propias vidas y no sentirnos víctimas lastimosas de las circunstancias externas.


Eurotalent.

No hay comentarios:

Publicar un comentario