31 agosto 2010

El cubo y la pala. Una oportunidad para el coaching interior



Uno de los descubrimientos que supone acudir al trabajo en transporte público, es que de repente, vuelves a recuperar cuarenta y cinco minutos de tu vida que hasta hace unas fechas parecían desaparecidos, dedicados en cuerpo y alma a las vicisitudes del tráfico. 

Después de probar con irregular éxito distintas opciones, tales como taladrarme los oídos con el I-pod, hojear el periódico gratuito que ofrecen en la estación o simplemente contemplar el paisaje hasta que se sumerge en las entrañas de Chamartín, ahora estoy recuperando el placer de la lectura fugaz. Esta lectura mañanera no puede ser de libros especialmente densos; por un lado, por el peso (de ahí mi negativa a adentrarme en la nueva literatura escandinava) y por otro, porque a las ocho de la mañana no estoy para ninguna densidad relevante…

La semana pasada encontré la curiosa teoría de Tom Rath sobre “El Cubo y el Cucharón”. Según ella, cada uno de nosotros posee su propio cubo. El cubo se llena o vacía plenamente en función de lo que otros nos dicen o nos hacen. Cuando nuestro cubo está lleno, nos sentimos bien; cuando está vacío, fatal. Cada uno de nosotros dispone también de un cucharón. Cuando empleamos nuestro cucharón para llenar los cubos de los demás con energía positiva, también llenamos el nuestro. Pero cuando utilizamos nuestro cucharón para vaciar los cubos de los demás mediante pensamientos o energía negativa, también vaciamos el nuestro. ….Lógicamente, todos queremos tener nuestros cubos a rebosar, pero no podemos hacer nada para llevarlo a cabo sin la energía positiva que distribuimos a nuestro alrededor.

Ahora que la mayor parte de nosotros ya estamos a un paso de nuestras vacaciones (siempre merecidas), o estamos ya metidos en ellas, llevo varios días dando vueltas a la teoría de Rath. En mi cabeza surge constantemente la imagen del cubo y de la pala de los años setenta; el de toda la vida, ese de plástico azul y rojo que cuando éramos pequeños era irrompible aunque lo tirases desde la terraza del apartamento; cualidad de la materia que nos impedía, verano tras verano, acceder a otros modelos policromados que ya tenían nuestros vecinos playeros , con dibujos de los personajes de La Sirenita o de los Power Rangers.

Me gustaría invitaros a los que, a pesar del ocio de estos días, o precisamente por ello, tengáis la oportunidad de leer estas líneas, para que aprovechéis en ocuparos intensamente de rellenar con vuestras “palas del talento” los cubos de las personas que se encuentren a vuestro alrededor. Quizás sea un doble reto: por un lado, por ser capaces de seguir poniendo en práctica las destrezas y comportamientos de éxito que día a día intentáis transmitir en vuestra gestión ejecutiva (recordad que el talento no se va de vacaciones), y por otro, teniendo en cuenta la oportunidad de cambiar de escenario, y sobre todo “las caras” de las personas a las que trasmitir esta corriente de energía positiva y de aprendizaje. Seguramente estos días tendréis una oportunidad única para que sean vuestros seres queridos, los mayores beneficiarios de la actividad de vuestra pala. Además, siguiendo esta teoría, serán precisamente estas personas, nuestra familia, nuestra pareja, nuestros hijos, los amigos,… los que más podrán contribuir a que nuestro propio cubo se encuentre repleto.

Cambiar las próximas semanas el despacho por el chiringuito y el traje por las bermudas y las chancletas, no debe “relajaros” en la oportunidad de tener una actitud reflexiva sobre nuestro propio comportamiento y sobre nuestra capacidad para ser “coaches internos” de las personas con las que compartimos estos días, aquellas más importantes para nosotros. Os animo incluso, como si se tratase de uno de los indicadores de un plan de acción estival, a ser “conscientemente competentes” de las ocasiones en las que echéis una paletada positiva en el cubo de vuestra pareja, en el de cada uno de vuestros hijos, e incluso, en los casos más avanzados, en el cubo de vuestros sufridos suegros, y probablemente, “pala a pala”, empezaréis a notar cómo vuestro propio cubo se va llenando.

Ya nos contaréis si este esfuerzo playero ha merecido la pena y si a la vuelta al tráfico, al metro o al cercanías de turno, volvéis con vuestro cubo cargado a reventar de energía positiva y felicidad, en la misma proporción al menos en la que hayáis sido capaces de colocar en los cubos grandes y pequeñitos de las personas (también grandes y pequeñitas) con las que habéis disfrutado estos días.
¡Felices vacaciones desde Eurotalent!


Eurotalent.

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