Con el cambio de ciclo económico, simbolizado por el 11 de septiembre, hemos vivido una auténtica modificación de las características más apreciadas por los líderes empresariales y sociales.
En concreto, hemos podido comprobar que el liderazgo que demandan ahora las organizaciones exige mayores dosis de:
- Convicción. Por paradójico que resulte, la respuesta a los tiempos especialmente inciertos es contar con unos valores claros y compartidos, con un proyecto ilusionante de futuro. La fuerza de convicciones profundas es uno de los principales rasgos de los líderes de estos tiempos.
- Serenidad. Cuando más fácil es perder la calma, más se valoran los líderes capaces de transmitir seguridad y de tranquilizar a otros. El autocontrol ante situaciones particularmente estresantes es una de las cualidades de la inteligencia emocional más apreciadas en los momentos actuales. Como reza la última campaña de la Dirección General de Tráfico, "si tú pierdes la calma, otros pueden perder mucho más".
- Flexibilidad. Las inesperadas noticias que hemos vivido esta temporada provocan la necesidad de ser flexibles, de modificar estrategias y comportamientos en función de las circunstancias. Esa difícil capacidad de mantener la pasión y el entusiasmo variando las metas es una característica de los mejores líderes de hoy.
- Iniciativa. Lo más común en escenarios como
los de este ejercicio empresarial es esperar pacientemente y ver cómo reaccionan los demás. Sin embargo, son tiempos para la proactividad, la iniciativa, la anticipación propias de los líderes con mayor valentía, porque el que da primero, aprovechando las oportunidades del mercado, da mil veces.
- Valoración. Es el talento, individual y colectivo, el que marca la diferencia en estos tiempos, y
por ello los directivos más capacitados para valorar a sus colaboradores son los que se llevan el gato al agua. Quienes tienen esa extraña capacidad de concretar el talento de los demás, intuyendo su potencial, adivinando sus posibilidades reales, obtienen una enorme ventaja.
- Networking. El desarrollo tecnológico y la globalización están convirtiendo el mundo empresarial en un sistema de redes. No hay tiempo para el business as usual; los competidores pueden convertirse en aliados, los rivales en socios, los clientes en tus mejores comerciales. Por ello, la capacidad de los líderes de relacionarse con terceros, de formar alianzas, de servir mejor al cliente desde estructuras innovadoras es una característica de los más aptos en este entorno.
- Influencia honesta. La credibilidad sostenida, la reputación, se ha convertido en el gran activo de las empresas y de las personas en la presente turbulencia. Por ello, la capacidad de convencer y persuadir a los demás desde planteamientos éticos y no desde la manipulación es una cualidad especialmente valorada.
Según los expertos, en estos inicios del siglo XXI los líderes que crean más valor se parecen más a Gandhi que al General Patton. Son tranquilos, modestos, humildes y determinados, no bravucones alterados y vociferantes. No son los que dan las mejores respuestas, sino los que formulan las mejores preguntas. El 11 de septiembre de 2001, ante un acontecimiento especialmente trágico, surgió la figura de un líder calmado, coherente, flexible, centrado en las personas, en la acción y en la integridad, como Rudolph Giuliani, elegido persona del año por la revista Time.
El entonces alcalde de Nueva York nos enseñó cómo responder a estos tiempos. Diez meses y medio después, el séptimo arte ha recogido ese modelo en la película de mayor éxito de la temporada (y una de las cinco más taquilleras de la historia), Spiderman, un personaje por cierto netamente neoyorkino.
El hombre araña se presenta como un héroe mucho más humano que sus predecesores, llevados a la pantalla en los 80 (Superman) o los 90 (Batman). Spiderman recibe involuntariamente de los arácnidos seis poderes especiales (fuerza, agilidad, equilibrio, habilidad para escalar, percepción extra-sensorial y capacidad de hacer redes) que utiliza para ayudar a los ciudadanos. Poderes que se corresponden con las cualidades antes descritas para los líderes post-11-S. La fuerza que en un directivo proviene de las convicciones, de unos determinados valores.
El equilibrio que aporta serenidad a las decisiones y al ambiente de trabajo. La agilidad para responder a cambios profundos. La iniciativa para seguir escalando. La percepción de los demás y de las situaciones. La capacidad de tejer redes con otras personas. Y como consecuencia de esas cualidades, una capacidad de influir positivamente en los demás desde la honestidad. Y dado que se trata de un héroe humanizado, de andar por casa, son cualidades aplicables tanto a los grandes líderes de organizaciones como a quienes lideran pequeños equipos o simplemente desean liderarse a sí mismo.
En los inicios de esta nueva temporada , le recomiendo que reflexione sobre cómo se encuentra en términos de convicción, serenidad, flexibilidad, iniciativa, valoración, networking e influencia honesta (mejor será que le pregunte a quien mejor le conoce, empezando por su pareja, porque uno es mal juez de sí mismo) y se plantee prioridades de mejora.
Su propio ejemplo servirá para emprender asuntos que se están convirtiendo en estratégicos para las organizaciones: la dirección por valores, el equilibrio de vida personal y profesional, la configuración de escenarios, la innovación a todos los niveles, la concreción y desarrollo del talento, la cultura de red, la reputación corporativa...
El Liderazgo y las organizaciones están evolucionando a toda velocidad, al ritmo del alcalde Giuliani multiplicando su labor en los peores días de septiembre o de Spiderman sobrevolando vertiginosamente la ciudad de los rascacielos.
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