28 febrero 2011

¿Por qué no estamos como Alemania?


Erase un país que, en pleno cambio de época en la que el talento (que no es otra cosa que la búsqueda de la felicidad a partir de los propios dones y para servir a los demás) se convirtió en más escaso que el capital, se dedicó a quejarse de lo que hacían los otros (autonomías, funcionarios, sindicatos, empresa privada), a pedir salvadores, a añorar su lujoso e incongruente estilo de vida anterior y a lamentarse de su mala suerte, a través de agoreros, especialmente en las numerosas cadenas de televisión surgidas al efecto, cuando no a distraerse con las noticias ‘del corazón’. Entre tanto, su compañero germánico de la Unión Europea crecía en su PIB el 3’6%, el mejor dato desde que se reunificó en 1990; el doble que la media comunitaria, un tercio más que Estados Unidos (que está en el 2’7%) y una centésima por encima de Japón, aunque a la tercera parte de China (10% anual). En esta versión actual y planetaria de ‘La cigarra y la hormiga’, las naciones económicamente sólidas aprovechaban la desconfianza en los llamados despectivamente ‘cerditos’ (PIGS: Portugal, Irlanda, Grecia y España) para acudir a su ‘rescate’ y beneficiarse financieramente. 

Podemos seguir como un perro tratando de morderse su propia cola, dando vueltas y vueltas, hasta que lleguen las elecciones generales (con la fantasía de que este gobierno o el siguiente aceleren las reformas) o coger el toro por los cuernos de una vez y aprender la lección del país de Kant, de Goethe y de Ángela Merkel. De esta crisis se sale apostando de verdad por el talento.

Esto quiere decir, en la práctica, dedicarnos en cuerpo y alma a transformarnos, porque el país se nos ha quedado pequeño y hay que salir a exportar. La locomotora alemana ha crecido en sus exportaciones un 14’2% en 2010. Ahí queda eso. Las multinacionales españolas (en el sector financiero, en la energía, en las telecomunicaciones, en el sector textil) lo están haciendo, pero no es suficiente. Las pymes deben apuntarse al carro, especialmente en Iberoamérica. El problema es que nuestras pequeñas y medianas empresas se parecen poco por lo general a las admirables “mittelstand” alemanas, compañías que, aunque tengan menor tamaño, cuentan con gestores profesionales, estrategias bien diseñadas e implantadas con eficacia, empleados con la formación suficiente, voluntad y capacidad de innovación, alta tecnología… El Dr. Bernd Venohr presentó El secreto de las mittelstand en el 2º Foro Global Peter Drucker celebrado en Viena el 18-19 de noviembre pasado: Alemania y China son los dos únicos países que están ganando cuota en el comercio mundial, porque los germanos ocupan el podio en 142 sectores industriales, el 61% de todos los segmentos (los chinos en 107 y EE UU en 97). Son 1.500 compañías, de las que 1.350 son medianas: activas en B2B, más del 70% de propiedad familiar, el 70% en pequeñas ciudades y con una antigüedad de 70 años. Unos 100 M € de ingresos y exportando el 62% de su producción. Dominio de nichos, procesos operativos de primera clase mundial (con profesionales excelentemente preparados), obsesión por el ‘high hech’ y auténtico liderazgo (su calidad directiva es de 3’31 sobre 5, a la altura de EE UU y por encima de Francia y Gran Bretaña). “El beneficio es la consecuencia inevitable de servir a nuestros clientes mejor que los demás”, es su filosofía. 

Con empresas así, es natural que la tasa de desempleo sea del 7’7% y que la demanda interna ha crecido un 13%, por aumento del consumo. ¿Cuántos coaches ejecutivos certificados hay en Alemania? Unos 1.700, porque se toman el desarrollo empresarial en serio. Aquí no llegaremos a 70. Así nos luce el pelo.


Eurotalent

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