31 mayo 2011

El liderazgo a pie de campo


Las estadísticas sitúan a España en un preocupante puesto 42 en el ránking mundial de productividad, mientras que en varias disciplinas deportivas encabezamos los listados internacionales. Para Juan Carlos Cubeiro, presidente de Eurotalent, “estos datos deben hacernos reflexionar y prestar más atención a las lecciones de liderazgo que nos llegan desde los terrenos de juego”. Al fin y al cabo, el trabajo en equipo y la consecución de resultados son las piedras angulares del deporte y de la empresa. En tiempos de bonanza el mundo de los negocios funciona pensando en los resultados a medio y largo plazo, mientras que en etapas de constantes cambios se impone el cortoplacismo. Este planteamiento es el de cualquier competición deportiva: importa el resultado y hay que conseguirlo aquí y ahora. Según Cubeiro está es una tarea que el deporte puede enseñar a la empresa: “Tomar decisiones con rapidez”.

Emilio Solís, director general adjunto de Ray Human Capital, comenta que “el actual panorama está favoreciendo la aparición de nuevas competencias directivas que Mourinho y Guardiola ya tienen. El portugués es un auténtico líder, muy competitivo, orientado a los resultados y que vive y dirige en la incertidumbre y la adversidad. En cambio, Guardiola reúne las competencias de un director tradicional: crea procesos, metodologías, puestos, forma y desarrolla a su gente”.

Como Jordi Urbea y Gabriel García cuentan en su libro Éxito, en el que recogen las claves de motivación según los mejores entrenadores, “la figura del líder podría compararse con la de un malabarista. Es fundamental que el jefe conozca a todos y cada uno de los integrantes de su equipo y que sepa tratarlos individualmente y en grupo sin olvidar la justicia”. Para lograrlo es fundamental la capacidad de aprender constantemente, que para Solís es una de las competencias directivas que más fuerza está cobrando.

Otra lección desde los terrenos de juego es saber asimilar un éxito y un fracaso. “Ambas cosas sin caer ni en la euforia ni en la depresión”, advierte Cubeiro. Saber perder es un arte y el buen líder no pierde la calma ni sus formas, ni con su equipo ni con los clientes. Paco Muro, presidente de Otto Walter, avisa que “cuando un jefe pierde los papeles con sus colaboradores porque tiene un mal día puede dejar heridas difíciles de cicatrizar. Más tarde o más temprano necesitará un esfuerzo especial de ese equipo y difícilmente tendrá fuerza moral para exigirlo”.

Para Cubeiro la compenetración entre los miembros de la Roja es un ejemplo a seguir. A pesar de las rivalidades y discusiones que a veces transmite la prensa, la relación es buena y cordial. “La comunicación nunca falla y cuando se producen tensiones provocadas por comentarios o jugadas polémicas saben reconocer su error y pedir disculpas”. Lo importante de esta actitud es la sinceridad y que cuando se piden disculpas y se perdona se hace de verdad, no de boquilla, “algo que en el mundo de la empresa hace falta aprender”, sentencia Cubeiro.


A. Méndez.
Publicado en Expansión y empleo, el 1 de Mayo de 2011.

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