31 octubre 2010

Fluir



La tarde de ayer la dediqué a un capricho que tenía desde hacía días, y fue a ir al cine a ver la nueva película de Julia Roberts y Javier Barden ‘Come, reza, ama’. El impulsor de todo esto fue Juan Carlos Cubeiro, que días antes me había mostrado el tráiler de dicho film, para utilizar en una de sus conferencias el perfil de Liz (personaje interpretado por Julia Roberts) como ejemplo característico de uno de los nueve diversitipos. En un breve inciso, para quien aún no haya oído hablar de ello, el Diversigrama es una herramienta que se utiliza para categorizar a un individuo en función de unas características determinadas de personalidad. Ésta técnica es muy útil en la relación entre personas, concretamente para predecir hábitos y comportamientos, facilitándoles el trato, tanto con los demás, como incluso consigo mismos.

Volviendo a la película, comencemos con las que son, a mi juicio, sus oportunidades de mejora: considero que es un poco lenta y quizás se extienda demasiado para el mensaje que desea trasmitir. Y bien, una vez manifestadas éstas, pasemos a los puntos fuertes, que en mi opinión son dos: la fotografía y sobre todo, el mensaje que trasmite. 

El film comienza con la insatisfacción de Liz Gilbert (Julia Roberts), en todas las áreas de su vida. Así, decide romper su matrimonio, una fuente de frustraciones y el mayor de sus fracasos, dejarlo todo y cumplir su sueño, aquello de lo que llenaba su ‘caja de deseos’: destinos para viajar. Sólo que esta vez no será una visita, Liz vivirá durante un año en tres lugares distintos perfectamente seleccionados cada uno de ellos, por una característica concreta: Italia, para comer; la India, para rezar y Bali, para… según su plan, descubrir los misterios que la vida aún no le había mostrado. Durante el proceso, Liz tendrá todo tipo de experiencias, pero lo más importante son los aprendizajes que va extrayendo de cada una de ellas, Algunos de éstos son: saber escuchar; lograr despejar la mente durante la meditación; conservar la calma; la aceptación, tanto de aquello que le viene dado, así como de la variedad en referencia a personas, mentalidades y culturas. En este caso, Ryan Murphy, director de la película, ha querido establecer un enlace entre la diversidad y la tolerancia, un gran acierto, pero sin duda, la adquisición más importante para Liz será aprender a superar sus miedos e inseguridades. Y para terminar este breve barrido, deseo destacar una de las escenas en la cual un amigo (o compañero de destino) ofrece a Liz el siguiente consejo: “Si pudieras despejar todo el espacio en tu mente, tendrías una puerta. ¿Y sabes lo que haría el Universo? ¡Entraría a chorros! Todo lo demás se arreglaría por su cuenta”. A esto es a lo que se le llama FLUIR.

A menudo utilizamos la palabra “luchar”, para referirnos a aquellos momentos de nuestra vida que exigen un sobre esfuerzo por nuestra parte, sin darnos cuenta de lo equívoco del hecho. Cualquier momento requiere de una serie de acciones, pero no nos confundamos, todas ellas, por pequeñas o grandes que parezcan, vienen acompañadas de un fuerte impulso para su ejecución. No es necesario luchar por nada, tan sólo moverse con entusiasmo, orientar nuestra actividad y canalizarla en pro de ese objetivo predefinido. FLUIR con el Universo, INFLUIR en el proceso, CONFLUIR todo en el resultado esperado. Cuando integramos esta cadena en nuestra forma habitual de actuación no sólo canalizamos y dirigimos la energía a un punto concreto, además, se hace sencillo palpar y saborear el éxito.


Eurotalent.

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