30 junio 2010

Hacer: qué, quién y cómo



La otra noche, charlando con unos amigos sobre diversos temas, la conversación derivó en el sistema de entrenamiento que emplea Guardiola para el FCB. Posteriormente he tenido el placer de hacerme con algunos de los vídeos que proyectaba a su equipo momentos previos a los partidos. Su sistema de liderazgo, junto con otros más, me sirvieron como ejemplo para extraer algunas conclusiones sobre cómo funciona un equipo, es decir, cómo formar un Equipo de Verdad.

- Como base, los miembros (en este caso jugadores) cuentan con la creencia incondicional de su líder en ellos. Esto implica tener la certeza absoluta de un resultado exitoso; con ello me refiero a tener fe. Todo líder que se encuentre en ese estado, aquél que ha alcanzado ese punto de confianza tal en sus colaboradores, ya no teme a nada. Para él, o ella, ya no existen los problemas o dificultades, pues a lo que la gente llama así, él (o ella) prefiere calificarlo como oportunidades. 

- Siguiendo la cadena, cuando una persona (como miembro del equipo) percibe esa confianza depositada en sus acciones, automáticamente la hace suya, es decir, todo aquel que sabe que confían en él, acaba confiando en sí mismo, a igual nivel que está recibiendo de sus superiores. A esto se le llama confianza ciega y total en sí mismo. En el caso que la fe de su líder abarque a todos los miembros del grupo, el individuo llevará a cabo un proceso similar, es decir, acabará extrapolándola a todos sus compañeros, cambiando la percepción de cada elemento independiente, a la visión del conjunto que avanza unido, a la fusión en uno solo, mucho más fuerte y poderoso.

- Tras esto, ocurre lo siguiente: cuando se crea esa fusión ya no es posible trabajar fuera del grupo. No soy yo, somos nosotros; no se trata de uno, sino de una parte. Podríamos comparar el funcionamiento de un Equipo de Verdad con el de una máquina: las piezas por sí mismas no hacen nada, pero son necesarias para obtener un resultado exitoso, que sólo sale de un trabajo conjunto. 

- Y por último se alcanza el nivel más elevado, que es el giro desde “mi yo”, “mi “grupo”, “mi…”, hacia lo que hay afuera, alrededor. El enfoque ya no es en mí o mis necesidades, se trata de algo que va más allá, las necesidades del grupo: ¿Qué necesitan ellos?, ¿Qué se requiere de mí para que esto funcione?

En el mundo de la empresa aún se atisban los últimos coletazos de aquellas voces que defienden la importancia del trabajo individual sobre el grupal. Si presta atención comprobará que todo lo que defiende este sistema se sustenta en una teoría donde priman valores como: egoísmo, insatisfacción constante o subjetividad de los hechos, los cuales tienen su polo opuesto en: orientación a los demás, afán de superación y objetividad, respectivamente. Esta última es sin duda, la orientación más deseable.

¿Ha prestado alguna vez atención al sistema de organización que presenta la naturaleza? A simple vista observamos miles de elementos que la integran, pero sabemos que cada uno de ellos puede dividirse en otros tantos fragmentos y que cada uno de estos está formado por millones de células, que a su vez las crean infinitos átomos de energía en movimiento. La naturaleza nos da otra de sus infinitas lecciones: Cada elemento es necesario, pero no suficiente para asegurar un correcto funcionamiento. Para cualquier cosa, debemos contar con la unión de los distintos “trozos”. Como ya saben, y siempre ocurre igual: El todo es más que la suma de las partes.

Ahora vamos a darle la vuelta: El sistema de organización de cada miembro del equipo también augura un resultado exitoso en cualquier actividad que emprenda. ¿Ha oído hablar del término Meritocracia? Quizás vaya siendo hora de que se familiarice con él. Se trata ni más ni menos de los pasos que son necesarios recorrer por cada persona que tiene una visión clara, desde que se inicia la primera acción, es decir, cuando nace la actividad, hasta su muerte, esto es, cuando culmina en un resultado tangible. Es el camino que comienza antes de un proceso de selección y finaliza en la adecuada gestión de la desvinculación emocional, pasando por diversas etapas ya preestablecidas. Todo un sistema de organización altamente elaborado donde se asegura el éxito tanto en el proceso, como en el resultado.


Eurotalent.

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