30 abril 2011

La ética como dilema

El cine argentino nos tiene acostumbrados a deliciosas historias universales y a magníficas interpretaciones. Cuestión de principios es, sin duda, una de ellas. Rodrigo Grande ha adaptado y dirigido el texto del humorista Roberto Fonterranosa sobre Adalberto Castilla, un empleado público, de origen aristocrático –su padre fue presidente del Comité de Ética del Jockey Club y su abuelo marqués en España-, interpretado por Federico Luppi, quien se debate si regalar, tal vez vender, un ejemplar único de una revista a su nuevo jefe, el joven Silva (Pablo Echarri), porque en ella sale una foto de su padre con Umberto de Saboya. “No todo tiene un precio. El recuerdo de mi padre no se puede medir con papel moneda”, se jacta de demostrarle al ambicioso de su jefe.

El protagonista es un caballero de los de antes, amante de las películas de Humphrey Bogart, Robert Mitchum y Gregory Peck, y actúa en consecuencia. Sin embargo, Silva le ofrece una insana cantidad de dinero por la revista y sufre la presión de su esposa, Sarita (Norma Aleandro), las insinuaciones de su compañera de trabajo, Inés (María Carambola) y los deseos de comprar un barco –afición que comparte con Adalberto- de su amigo Angelito. La cinta nos descubre un final doblemente sorprendente. “he recuperado cosas que no sabía”, confiesa un nuevo Castilla.

La sociedad actual parece corresponder a aquella divertida frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”. Un mundo materialista, superficial, en el que los valores parecen cosa del pasado –la película se inicia con un compañero de Castilla charlando otro en la cocina de la empresa; ha visto Ciudadano Kane y no se ha enterado de nada-.

Los modales del protagonista, que nunca dice una mala palabra y se comporta con las damas como un Quijote, pueden resultar anacrónicos y, su obstinación por negarse a vender un viejo fascículo polvoriento, pura cabezonería. Y sin embargo, el personaje que interpreta maravillosamente Federico Luppi nos despierta admiración.
Si bien el diccionario de la Real Academia de la Lengua define la ética como “conjunto de normas morales”, confundiendo estas –las costumbres de una sociedad- con aquella –el modo de resolver problemas vitales desde la “vida buena” y la responsabilidad, por tanto, universal-, la moral en el conjunto de reglas aceptables y aceptadas por todos nosotros, en tanto que la ética es, citando a Fernando Savater, “el arte de vivir2 y, por ello “el modo más inteligente de hacerlo” (José Antonio Marina). Según el filósofo toledano, el talento es “inteligencia triunfante2, inteligencia para dirigir nuestro comportamiento hacia la libertad, la dignidad y la felicidad. Sin ética, la inteligencia no es talento sino fracaso vital.

Es particularmente interesante el papel que juegan las hijas de los dos protagonistas. La princesa es una niña de 11 años a quein Silva, su padre, adora. Como está separado de su mujer, ve a la chiquilla de tanto en tanto y por ello es capaz de interrumpir una reunión del Consejo de Administración para charlar con ella por teléfono. El director general del Puerto Rosario tiene el despacho lleno de los dibujos de su pequeña. La hija mayor de Adalberto Castilla, Adriana, es una chica de 30 años que vive con un hippy y que le felicita por su conducta ejemplar. Los prejuicios del caballero español se desvanecen ante las ideas tan claras de ella. Piensa que le llama para “pedirle plata” y sólo quiere quedar con él para reconocerle una postura coherente en un mundo lleno de hipocresía. Como siempre, es el amor (paterno-filial, en este caso) el que triunfa.

¿Qué nos enseña Cuestión de principios? Nos anima a reflexionar sobre el papel de la ética en el mundo de los negocios. Si “todo vale”, las personas no valemos nada. Si nuestro enfoque es humanista, respetuoso con las personas y sus principios, todos podemos ganar. La arrogancia de Silva y de Castilla precipita a la escalada. Si hubieran dialogado desde el principio, nos habríamos ahorrado la controversia y una excelente película.


Eurotalent.
Publicado en Expansión y Empleo, el 20 de marzo de 2011.

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