22 junio 2012

Resiste Rajoy: no subas el IVA

La frase de la crisis es “la gente no compra”. Luego vienen las justificaciones y la búsqueda de culpables pero todos sabemos que España estará en una gran recesión hasta que los indicadores de ventas no se recuperen. Lo demás, incluido el empleo sólo serán fases intermedias: se pierde porque la empresa no vende; sólo se recupera si la empresa remonta.

El IVA grava el consumo. Se va soportando y repercutiendo entre los distintos eslabones de la cadena de producción y distribución y acaba siendo pagado por el consumidor final, el particular que como usted y yo compran un producto o servicio.

En el horizonte de contrapartidas para la concesión de préstamos a España por parte de la UE para cubrir el “agujero” de los bancos aparece entre otras la subida del IVA en España. Y este es el tema que da título al presente artículo ¿se debe acceder a ello o resistirse como aconsejan el ministro Montoro o también Rubalcaba? Veamos.


ANTECEDENTES

Hasta fechas recientes era recurrente en España la queja de “no sabemos lo que está pasando” y la más reciente de “la culpa la tienen los políticos”. Sin embargo, desde que los focos se han puesto sobre nosotros, podemos decir lo que queramos, pero que no tenemos diagnóstico es imposible, los tenemos de todos los colores. Algunos ejemplos: de Alemania, de Alemania más Francia (en dos envases Sarkozy y Holande); Durao Barroso; van Rompuy; Lagarde (o sea Comisión Europea, Consejo Europeo y FMI); Obama, China (a través de las manifestaciones y promesas de su vicepresidente Li en su visita a España en 2011); diversos foros latinoamericanos; OCDE; Banco Central Europeo; Fondos de Rescate; los señores de negro de Montoro; Mario Monti desde Italia; los gobiernos de Portugal, Grecia e Irlanda quejándose de nuestras condiciones para pedir la revisión de las suyas; el señor Junker, Presidente de Luxemburgo, al que tiene que explicar las cosas el ministro Guindos cuando aquél se dedica a actuar de “señor caldera” ; David Cameron desde su despectivo “no estoy pero veto”; las economías del norte de Europa y su malicioso acrónimo de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y Spain)

También está habiendo países que, con matices, se centran en el apoyo a las posiciones de austeridad de Alemania para salvaguardar sus propias concesiones de la UE en forma de fondos estructurales y de cohesión. Son la mayoría de los países que desde en 1995 a 2007 entraron a formar parte de la Europa de los 27 (Austria, Finlandia, Suecia, Chipre, la República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Rumanía) y que ampliaron la Europa de los 12 (ampliación en 1985 que supuso la integración en la UE de España y Portugal) 

Definitivamente hemos pasado del “nadie me explica” propio del país de la boina al “todo el mundo opina” mucho más contemporáneo y socrático con el que poder codearnos con nuestros socios europeos enarbolando un intelectual “sólo sé que no sé nada”. Como decía Groucho Marx “hemos pasado de la nada a la más absoluta miseria”.

Lo de “la culpa de la crisis la tienen los políticos” es un arma de muchos filos: tiene un efecto placebo para nuestra decepción, pero a la vez contribuye a ahondar nuestros problemas que se pudren porque nadie quiere asumir su responsabilidad y desvía el foco de los innumerables casos de corrupción y de ineptitud que así pueden quedar impunes y seguir perpetuándose. 

La crisis económica es mundialmente una crisis financiera provocada por las hipotecas subprime inventadas y generadas en primera instancia desde EE.UU. Para “tapar el agujero en Occidente” (la película Margin Call es suficientemente ilustrativa de cómo se produjo la infección europea, sobre todo de los bancos alemanes e ingleses) ha habido que recurrir a los fondos de las economías emergentes, fundamentalmente de China, a cambio de un mejor reparto de los flujos económicos o si se quiere de un progresivo desvío hacia el desarrollo asiático de buena parte de los fondos de inversión que han venido favoreciendo el crecimiento europeo desde la Segunda Guerra Mundial. 

“Ya no hay big Money en España” rezaba un titular de la prensa de estos días, en buena parte por la obsesión general de la élite económica española de la época de la transición con el ladrillo, junto a las “manifiestamente mejorables” aplicaciones de inversiones públicas llevadas a cabo fundamentalmente desde autonomías y ayuntamientos, multiplicadas tras la desastrosa liberalización del suelo auspiciada por la Ley de Aznar. Sin embargo, el big money convivió durante años con estos males domésticos, con los créditos del 120% del valor de tasación del inmueble y sólo nos ha abandonado España por el deterioro de la Marca y para anidar en lugares más rentables e igual de seguros o para rellenar agujeros subprime, o para retornar trocado en bono español a 10 años al 7% de interés. 

Recientemente el Gobierno ha tomado una iniciativa esperanzadora para remontar el prestigio internacional de la Marca España: nombrar a Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España. ¡Un empresario de éxito –Iberia, Inditex- para remontar la alicaída fama competitiva de nuestras empresas! No le deseamos sólo todo el éxito sino que nos apuntamos al reto altruista de este Bill Gates español. Cuenta con Eurotalent. Para empezar pedimos que se dejen al margen ciertas posiciones políticas y económicas que sobre él se han apuntado –no hay que olvidarlas- y se le conceda un margen de confianza porque estamos seguros que en su nuevo cargo sabrá templarlas como está demostrando en Europa su nuevo jefe y Presidente del Gobierno. En cambio resaltamos su procedencia de una empresa de éxito, Inditex, gracias al magnífico equilibrio entre expansión internacional y contención de costes –las claves de la competitividad- que la han dotado de una reputación creíble, imprescindible para ganarse la confianza de sus stakeholders y de los mercados. 

Los políticos españoles –y los banqueros españoles- no pueden tener la culpa de la crisis económica porque no han tenido suficiente poder global como para causarla. En lo que sí han contribuido es en agravarla por la falta de preparación y por la corrupción de muchos de ellos. Y la pregunta es: más allá de las gruesas afirmaciones ¿qué medidas se han tomado o están en estudio para atajar estos problemas? Evasivas tampoco faltan: no es momento, primero hay que arreglar la situación y luego evacuar responsabilidades; es una cuestión de las listas cerradas de los Partidos; no se puede excluir a quienes no tengan un título universitario de la política; sólo se habla de corrupción pública cuando en la misma siempre intervienen personas o empresas privadas; los grandes déficits no vienen ya del Estado desde que se recortaron las inversiones en general sino de las Comunidades Autónomas; el déficit municipal viene del dinero fácil de las licencias urbanísticas… También aquí la hojarasca impide ver el bosque.

RECETAS ESTRUCTURALES PARA MALES INTERNOS

Sin abogar por ellos, los gobiernos tecnocráticos interinos de Italia y Grecia constituyen una excelente palanca para elevar nuestras mentes: los cargos políticos precisan de ocupantes excelentes que consigan realizar lo que prometen a sus electores (que prometan lo que convenga al interés general, con ayuda de su ideología –la confrontación ideológica en los parlamentos democráticos son los generadores del sin igual desarrollo ético y económico de sus sociedades, respecto al resto-). Si durante la transición española hubo que dar un empujón a ciertas siglas o personas para comenzar un nuevo régimen, mantener este privilegio en 2012 constituye una rémora inadmisible. Hay que reintroducir el mérito en los candidatos y en sus colaboradores y arrumbar el dedazo justificado por razones económicas o de otra índole. Asimismo debe determinarse cada vez de manera más específica el método para medir el grado de cumplimiento de las promesas electorales y exigir promesas de auto inhabilitación o de destitución de los colaboradores que no realicen una buena gestión, negando poder de justificación a las circunstancias (al fin y al cabo son adversas o positivas para gobierno y oposición y sigue siendo verdad que las elecciones las pierden los gobiernos, no las gana la oposición, también en coyunturas adversas…) Los políticos deben hacer promesas MARTE: medibles, alcanzables, relevantes, temporalizadas y específicas.

Un político o un directivo sin preparación que accede a un cargo sólo puede ser un títere en manos de alguien: de funcionarios de su Partido que no han pasado por el refrendo de las urnas, del terrateniente del pueblo o del gobierno de turno o de un directivo de mayor rango. Ni el PSOE de Zapatero ni los recientes nombramientos de Rajoy en RTVE o Banco de España por poner dos ejemplos han ido en esa dirección. Una organización con un inepto al frente o rellenado con mediocres es un despilfarro. Mejor cerrarlo.
También nos sumamos a quienes consideran que los partidos políticos deberían clausurar su sucursal de juventudes o a los que abogan porque España necesita una reforma empresarial y directiva más que otra reforma laboral, pero a la vez afirmamos que es necesario un cauce de conexión entre los partidos políticos y los profesionales directivos de todos los sectores, tanto públicos como privados, a través de grupos de trabajo sectoriales a cuyos participantes se les enseñe además a dirigir organizaciones (manteniendo las proporciones de participación pública y privada que existen en la sociedad). Desde la transición, la inmensa mayoría de los nombramientos se ha producido entre personas del sector público (altos funcionarios de los organismos o profesores universitarios fundamentalmente) 

El otro problema pendiente con demasiados políticos es su tendencia a que se les peguen los billetes de banco de ciertos asuntos sobre los que deciden entre los dedos: no son tantos dicen a coro uno de ellos y un ingenuo; lo hacen en muy contadas ocasiones; no es para ellos sino para financiar la campaña electoral; es humano manejando un presupuesto tan grande y ganando tan poco; antes sí que había corrupción cuando los cargos públicos no tenían ni sueldo porque aprobaban normativas con porcentajes sobre obras, instalaciones o compras a su favor. Más fuegos de artificio.

Dos humoristas españoles retratan a la perfección estos comportamientos: José Mota ha popularizado “el merme” y hace muchos años Pedro Ruiz los bautizó como chupópteros.. Estas alusiones constituyen también un aviso de las posibles derivas que sobre una parte de la población podrían tener si apareciese un Beppe Grillo en España (es el dirigente del Movimiento Cinco Estrellas italiano que ha tenido unos magníficos resultados electorales en Italia). 

En estos días estamos asistiendo a varios reportajes televisivos que nos ofrecen una magnífica panorámica de la Marbella de Gil y de sus posteriores continuadores, con motivo de la apertura del juicio oral contra una famosa tonadillera. Hablan de las famosas bolsas de billetes de Julián Muñoz que se corresponden con los sobres más o menos gruesos de efectivo en el resto de casos desenmascarados (la punta del iceberg) Este episodio en la política española sirve de ejemplo para advertir de otra deriva populista que en varios países de la UE ya ha fraguado en partidos políticos con representación parlamentaria (en las recientes elecciones legislativas francesas, el Frente Nacional de Marine Le Pen o el anuncio de Mario Conde de fundar un nuevo partido político en otoño “Sociedad Civil y Democracia”)

Es preciso no parar de investigar lo ocurrido por razones de justicia con los políticos que no se lo llevaron crudo (estaría muy bien instaurar un reconocimiento en forma de medalla a la honradez y a la buena gestión, entregable transcurridos 5 años desde que la persona abandone la política) y para reducir las tentaciones evitando la sensación de impunidad (mal precedente el de la amnistía fiscal recién aprobada para combatir la impunidad)

Si no se ataja esta corrupción no estará lejos el día en que se pueda producir en España un espectáculo equivalente al vivido en Italia en el tramo final del gobierno de Berlusconi cuando éste invitaba a cobrar genéricamente al número de diputados de otros partidos de la oposición que necesitaba para completar mayorías.

En definitiva, España necesita “limpiar sus cañerías” y, a la vez, varias reformas estructurales: diseño de políticas estatales cada vez más integradas en la UE; plan económico trianual detallado (reclamación común para ir avanzando en la integración financiera); nuevo sistema de reclutamiento de sus políticos y un modelo de dación de cuentas y de reconocimiento; entrenamiento y profesionalización de sus empresarios y directivos; código ético común y exigible a las élites económicas y financieras españolas y europeas en general.

POSICIONAMIENTO DE ESPAÑA ANTE LOS SOCIOS DEL EURO

La Europa del euro no puede exigir por igual a sus miembros, porque no es justo tratar igual a los desiguales y la convergencia económica todavía no se ha producido. Si se pretende equiparar progresivamente el grado de bienestar de todos los ciudadanos de la UE es preciso diferenciar primero en función del desarrollo económico de cada estado miembro. Países como España que pasaron en 2007 de ser el principal receptor de fondos estructurales y de cohesión por volumen de ayuda, a contribuyente neto es lógico que sufra importantes accidentes en su adaptación al nuevo estado –agravado por los despilfarros-. Mucho se ha argumentado –y con razón- de que la adopción del euro privó a España de la opción de la devaluación de la moneda para estimular las ventas de productos o servicios nacionales, sin embargo poco se ha reparado en la renuncia a la flexibilidad en los precios para aplicarla de manera sostenida en las regiones menos desarrolladas. Pongamos el ejemplo de los precios en Andalucía o Aragón respecto a los de Madrid, antes claramente inferiores en todos los ámbitos y ahora prácticamente equiparados (y subidos por efectos diversos tras la adopción del euro) 

Un estado miembro de la dimensión de España tiene que explicitar y reconocer sus errores y después concretar un plan económico trianual que satisfaga a los inversores y a los socios europeos más exigentes y prósperos (a los que queremos pertenecer) Sin respuestas de competitividad no satisfaremos a los mercados. Sin embargo, dicho plan económico no tiene por qué recoger medidas que no favorecen la rápida recuperación económica de España, como ocurrió con la equiparación de precios regionales por la adopción del euro. Y en concreto, la subida del IVA en España no va a favorecer su rápida recuperación y ni siquiera supondrá una mayor recaudación puesto que como vimos al principio, encarecerá los productos y servicios lo que en una coyuntura de crisis se traducirá en menos ventas, menor recuperación y menor recaudación –lo contrario a lo que se predica pretender- ¿Y quién gana? Pues los productos y servicios de los países que venden en España porque no sufrirán una competencia por precio (añadamos que sobre todo en España porque si bien el consumo exterior ha caído, el interior se ha hundido) ¿Sería un privilegio español? Pues sí porque se lo merece durante un tiempo por su aplicación en las medidas de austeridad pese a su nivel de bienestar (y a que Berlusconi no nos lo reconozca), porque Europa está plagada de excepciones: por ejemplo el impuesto de sociedades irlandés, para no desglosar el interminable listado de la City en Reino Unido o la aplicación de ayudas comunitarias a la antigua Alemania Oriental en su proceso de reunificación que está alimentando su descomunal crecimiento. 

Conclusión: ¡Es el IVA Mariano! el camino de la exigencia de igual bienestar para todos los estados del euro que hagan sus deberes, junto con otras medidas de discriminación positiva durante un tiempo. Somos conscientes de las presiones que los socios europeos ejercen sobre el Gobierno español para que apruebe esta subida y que el erario público necesita más ingresos para equilibrar los malos resultados del segundo trimestre. Sin embargo, no se puede hoy rebajar el consumo interno, el todavía mayor generador de ingresos y empleo, porque la mayor recaudación por IVA no compensará siquiera la pérdida de ingresos. Si resulta obligatorio incrementarlo porque así lo exige la UE para liberar las ayudas a la banca, hágase el mínimo imprescindible –si la ayuda se entrega por tramos, también se puede escalonar la subida del IVA-. Cédase entonces supervisión o integración porque así lo exige quien paga y porque esa supervisión e integración evitará que las ayudas acaben fundamentalmente en favorecer a los malos empresarios o políticos de siempre. 

Posdata: Los mercados no son el Leviatan sino todos nosotros, cualquiera de los inversores en bolsa, en fondos de inversión, o fondos de pensiones, junto a los de hedge fund o las hipotecas subprime. Hablar de la voracidad de los mercados es hablar de quienes gestionan los depósitos de todos los que tenemos cualquier tipo de inversión financiera. Regular los productos derivados o gravar las transacciones financieras son respuestas correctas, como lo serían las tendentes a acabar con los paraísos fiscales, pero referirse despectivamente a los mercados en general es tirar piedras contra el propio tejado. 


Eurotalent

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