31 marzo 2008

“El gran silencio”, el cine como metáfora


Una de las sorpresas cinematográficas de 2007 ha sido “El gran silencio”, una película-documental sobre la vida de la orden de los Cartujos en uno de sus monasterios, concretamente en la “Grande Chartreuse” en los Alpes franceses, y en la que, en sus casi tres horas de duración, el gran protagonista es el silencio.

El fi lm venía avalado por los premios conseguidos al mejor documental del 2006 con el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Sundance; Premio del Cine Europeo; Premio de los Críticos Alemanes y Gran Premio del Jurado en el Festival de Sao Paulo.

Es posible que una explicación de urgencia de este éxito esté en la necesidad de silencio, paz y calma que probablemente tenemos en esta sociedad mediática en la que, como dice Woody Allen, “el 80% del éxito consiste en exhibirse” y en donde se habla demasiado, se escribe demasiado y el lenguaje cotidiano se “desparrama ruidosamente” –muchas veces vacío de contenido. Basta con sintonizar algún canal de televisión o escuchar cómo se degrada el lenguaje de los jóvenes, que como señala el académico Manuel Seco “se reduce a setenta palabras”, consecuencia de la utilización de las nuevas tecnologías.

Como indica el director de este documental, “hoy en día estamos literalmente bombardeados de información y lo que falta –y lo que uno debe descubrir en sí mismo− es el significado de las cosas”. Y este es, en mi modesta opinión, el mayor mérito de la película, el brindarnos el silencio como medio de reflexión para hallar el sentido de la vida y el conocimiento de uno mismo.

Ya en siglo XVIII, el abate francés J. A. T. Dinouart (1716-1786) en su ensayo “El arte de callar” afirmaba que “sólo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio”.
El mismo autor, siguiendo a muchos otros, recuerda que “el silencio es un componente fundamental de la elocuencia” y, como tal, tiene múltiples facetas y no pocas aristas.

Muchas de las especies de silencio “nacen de la variedad del temperamento y del espíritu de los hombres” según Dinouart y el reto es ser capaces de interpretarlos y manejarlos en las relaciones interpersonales. Como se señala en los subtítulos de la película “sólo en el silencio más absoluto se empieza oír”. “Sólo cuando se prescinde del lenguaje se empieza a ver”.

Varias son las enseñanzas de la película que podemos aplicar en las organizaciones, en donde, tradicionalmente, se ha entendido la palabra como herramienta de comunicación por excelencia, no prestando al silencio el valor que representa.

Enseñanzas de la película
La primera es el silencio como medio de reflexión…

La reflexión es uno de los elementos que se está perdiendo en nuestra cultura, en donde ya no hay espacios en blanco en las agendas para la soledad y el silencio. Uno de los principios que recoge el tratado de Dinouart dice que “el hombre nunca es más dueño de sí que en el silencio”, de hecho, en algunos monasterios tibetanos son los monjes más sabios los que más callan.

Baltasar Gracián, en “El arte de la prudencia” afirma, en su aforismo sobre conocerse a sí mismo que “hay espejos para la cara, pero no para el espíritu; este espejo debe serlo la prudente reflexión sobre uno mismo”. La reflexión nos enseña, entre otras cosas, a sentirnos vivos, a preguntarnos qué es lo importante para nosotros, a descubrir qué valores presiden nuestro comportamiento, a escucharnos a nosotros mismos (Jorge Wagensberg cita en sus aforismos que “pensar es conversar con uno mismo”), a mirar hacia dentro para observar mejor el exterior, a ser críticos, a cuestionarnos las cosas, a organizar nuestro pensamiento, a resituar nuestra propia realidad, a conformar un criterio propio, a captar el sentido de los acontecimientos, a serenar situaciones, a dinamizar nuestra capacidad innovadora y creativa…

Como dice José Saramago en su novela “La caverna”, “cada persona es su silencio”.

Una segunda enseñanza es el silencio como medio de expresar emociones…

En los años 90 Goleman definió la Inteligencia Emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás y gestionar adecuadamente las relaciones que mantenemos con los demás y con nosotros mismos” y es precisamente en el silencio en donde emergen los sentimientos y emociones, que cultivados nos permiten acercarnos a los demás, escuchar, atender, entender, cooperar, ser solidario, en definitiva, contribuir a humanizar nuestra existencia. Es en la medida que nos conocemos cuando somos capaces de entender a los demás. Por otra parte, el controlar la tiranía de los estados de ánimo y el manejar adecuadamente los sentimientos, permite crear ambientes de trabajo en donde reina la confianza.

Si, como sostiene Tomás Moro en su obra “Utopía”, el que “los hombres están ligados con mayor fuerza por los sentimientos que por las vanas palabras” y si, según opiniones expertas, las emociones pueden ser la fuente de la mayor parte de los problemas que surgen en las relaciones interpersonales dentro del seno de las organizaciones, deberemos estar atentos en reconocer los signos que distinguen al silencio, que se manifiestan en el lenguaje corporal, en donde el rostro es el mayor exponente de los sentimientos.
En unos momentos en el que una de las prioridades de las organizaciones es la fidelización del talento, es posible que no estemos haciendo los mismos esfuerzos en fidelizar el comportamiento y el sentimiento de los empleados, aspectos clave para que una empresa sea sostenible y pueda alcanzar los objetivos que se haya planteado.

Por último, la utilización del silencio en la negociación…

La mayor parte de la actividad diaria en las organizaciones consiste en hablar, escuchar y comunicarse con los demás. En este sentido puede ayudarnos la propuesta de Dinouart que, en la obra ya citada, establece tres grados de sabiduría: “Saber callar”, “Saber hablar poco y moderarse en el discurso” y “Saber hablar mucho, sin hablar mal ni demasiado”.

El silencio atento hace comprender al interlocutor nuestro interés por escucharle. Transmite calma y favorece la conversación. Nos permite reflexionar y no dar respuestas apresuradas o superficiales, especialmente en situaciones tensas, y pensar en las consecuencias futuras de nuestras decisiones. Nos permite, también, utilizarlo estratégicamente, elaborar tácticas, influir, impactar, empatizar… El silencio está tradicionalmente relacionado con la prudencia; como se cita en la obra de Gracián ya mencionada “no hay cosa que necesite más cuidado que la verdad, tan necesario es saberla decir como saberla callar”.
Cambiando de registro y para disipar cualquier duda sobre este punto, Groucho Marx nos brindó una inefable máxima: “Es mejor seguir en silencio y que crean que eres tonto, que abrir la boca y eliminar toda duda”.

Y concluyo no con una síntesis de lo expuesto, sino con el final de un bello poema de José Hierro que, curiosamente, se titula “Respuesta” y que glosa, de la mejor manera posible, la importancia del silencio:
“Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses”.

FICHA TÉCNICA
Título: “El Gran Silencio”
Director: Philip Gröning
Año: 2005
Países: Alemania, Suiza y Francia
Intérpretes: Monjes Cartujos del Monasterio “Grande Chartreuse” (Alpes franceses)
Género: Documental
Sinopsis: Silencio. Ritmo. Repetición. “El gran silencio” muestra por primera vez el día a día dentro del “Grande Chartreuse” el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria orden de los Cartujos.
Cambian las estaciones, los elementos cotidianos se repiten. Una película que no solo representa un monasterio sino que se transforma en uno. Una película sobre la presencia absoluta, sobre unos hombres que entregaron su vida a Dios en su forma más pura: la contemplación.
Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional.
Rodar una película en el “Grande Chartreuse” es como hacer un viaje a un mundo diferente. ¿Qué significado tiene el tiempo para alguien que sabe que nunca más saldrá de ese edificio o de esa celda?.

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