Juan Carlos Cubeiro- El triunfo del Humanismo en la empresa.
Carlos V, Erasmo y la naturaleza del poder.
Pearson Prentice Hall. 2004, 219 págs.
Hace ya tiempo que la literatura sobre “management” se ha consagrado como un firme valor editorial capaz no solo de arrasar en las listas de ventas – del exitoso “Quién se ha llevado mi queso” de Spencer Jhonson se han vendido en todo el mundo millones de ejemplares- sino también como un importante vehículo de concienciación y formación dirigida a un público fiel, generalmente joven en años o en entusiasmo, deseoso de “redecorar” su vida personal y cambiar las cosas en el mundo de las organizaciones donde, de peor o mejor gana, pasamos gran parte de nuestra existencia. No estamos ciertamente ante una literatura efímera, aunque cambien los títulos de moda, sino que contamos con una valiosa herramienta intelectual para mejorar la época en que nos ha tocado vivir y que como tal instrumento de ayuda y perfeccionamiento individual y colectivo es objeto de atento seguimiento y comentario por lectores de todo el orbe.
Si a esta razón de utilidad, de la que participa plenamente el libro que comentamos, unimos la del placer que proporciona su propia lectura, resulta motivo más que suficiente para recomendar la lectura de esta obra, debida a un autor de reconocido prestigio, Juan Carlos Cubeiro, experto en liderazgo, considerado hoy como uno de los mas importantes escritores españoles sobre gestión empresarial.
La incitación intelectual y el pretexto suscitado por el autor para introducirnos en la “aventura de leer” y verter sus reflexiones puntuales, nace de lo que él llama Historia alternativa: “nueva disciplina consistente en analizar momentos esenciales de la Humanidad y prever que habría pasado si pequeños detalles hubieran cambiado la historia”. El escenario elegido es la España de Carlos V, en su proyección europea y americana, donde pudieron coincidir (infortunadamente ello no sucedió) personalidades tan eminentes como el sabio humanista, Erasmo de Rotterdam, su amigo, el Gran Canciller de Inglaterra, Tomás Moro, el Cardenal Cisneros, regente del Reino de Castilla y fundador de la Universidad de Alcalá y el propio monarca. Podemos imaginar cual hubiera sido el rumbo de Europa y de la Cristiandad si estos cuatro personajes coetáneos hubieran unido sus poderosas fuerzas – la prudencia de Erasmo, la justicia de Cisneros, la fortaleza de Carlos V y la templanza de Tomás Moro- todo un equipo virtuoso unido en pos de un común ideal de concordia y civilización que cada uno de ellos intentó, por separado, con distinta fortuna, a lo largo de su vida.
La amenidad de la crónica histórica sirve de telón de fondo y como pretexto para que su heterónimo, Leopoldo Bauluz, profesor de la nueva disciplina, extraiga de los distintos episodios otros tantos principios de Historia Alternativa en forma de lecciones prácticas sobre liderazgo aplicables, pensamos, al mundo total de las organizaciones, y no solamente a las empresas. Tal ocurre, por ejemplo, en su comentario sobre los grupos de poder cuya existencia y preponderancia, oculta a veces por la retórica al uso (los empleados son el activo más importante de la compañía) considera esenciales en la organización.
La Historia Alternativa resulta una curiosa y atrevida aventura intelectual que, sin embargo, no es completamente novedosa. Hace algunos años, un periodista inglés, Roy Lewis, ideó una recreación semejante de la Historia mediante el empleo ficticio de una supercomputadora en un denominado Instituto de Historia Experimental, disciplina afín a la de Historia Alternativa que profesa Bauluz. En aquella ocasión, Lewis eligió como supuesto suceso imaginario la victoria del socialismo en lugar del capitalismo en la revolución que triunfó en Europa en 1848. Tal elucubración dio lugar a un sorprendente relato novelado que tituló “The Extraordinary Reign of King Ludd” publicada en castellano en 1994 como “La verdadera historia del último rey socialista” (Anaya & Mario Muchnik, 1994).
El propósito de Cubeiro es más amplio porque, en primer lugar, brinda a los lectores la excitante propuesta de adentrarse en el apasionante y complejo reinado de Carlos V y su tiempo, cuando todavía están frescas las efemérides del quinto centenario de su nacimiento, y permite que nos formulemos nuevos interrogantes en la línea de ¿Y si las cosas hubieran sucedido de otra manera? ¿Y si en un momento crucial hubieran tomado otro curso, por ejemplo, que hubiera sido de la historia de Europa si el matrimonio, concertado por Carlos V, entre el príncipe Felipe y María, reina de Inglaterra hubiera tenido descendencia. En segundo término -la Historia como maestra de la vida- ofrece valiosas reflexiones, deducidas de los acontecimientos del pasado para ser aplicadas en el presente.
De todas las figuras históricas que aparecen en el libro es patente la predilección del autor por Erasmo de Rotterdam, sin duda el primer sabio que disfrutó de un prestigio europeo a lo largo de su vida y que en en España ejerció una enorme influencia no solo en círculos restringidos sino entre la población. Según Bauluz el secreto del éxito de Erasmo se explica por la conjunción de cuatro circunstancias: a) la utilización de los medios de comunicación (sus libros se publicaron en distintas prensas europeas y llegaron a todos los rincones); b) contar con un selecto equipo de colaboradores; c) una tupida red de relaciones amistosas, entre ellas la del español Luis Vives y d) una considerable influencia sobre los poderosos, lo que hizo que su reputación fuera inigualable en toda Europa.
En cuanto a su influencia posterior en España, lo que quedó de sus ideas, el autor lo sitúa en dos planos: uno inmediato posterior, estudiado magistralmente en su día por Marcel Bataillon y el legado de esta herencia humanista para el siglo XXI que el autor sintetiza en once grandes temas: 1) Hacer de la vida una obra de arte; 2) la utilización de un lenguaje común de intangibles para su utilización por las organizaciones como el talento individual (que se define y mide a través de las competencias emocionales e intelectuales), la cultura corporativa, el clima laboral, la equidad en la compensación o el grado de coherencia; 3) la necesidad de diálogo; 4) el modelo de desarrollo personalizado e integral; 5) el equilibrio de las emociones; 6) la virtud interior; 7) el contacto con la naturaleza; 8) la búsqueda de la paz; 9) la importancia de la libertad; 10) el imperativo de la ética, “el modo más inteligente de vivir” y 11) el sentido humanista del liderazgo.
Una última sugerencia de lectura deducida de este libro, en este año de rememoraciones quijotescas es el que nos conduce de forma natural al redescubrimiento del “Elogio de la Locura” (o de la Necedad), obra maestra de discreta ironía y rebosante buen humor escrita por Erasmo en tan solo siete días. En ella presenta el mundo como el escenario de la locura universal y esta como un elemento necesario para la vida. La locura es cordura mundanal, resignación y discernimiento benigno. ¿No nos sabe esta cuerda locura a la que acometió al hidalgo manchego para expresar a través de ella una cierta manera del vivir humano?. Está fuera de toda duda la filiación erasmistas de la obra cervantina, porque como el propio Bataillon escribió:”Si España no hubiera pasado por el erasmismo no nos habria dado el Quijote”.
Principios de historia alternativa de Bauluz
Primero. Por grande que sea un pensador influyente, su labor queda muy limitada si no hace equipo con, al menos, un hombre de relaciones, un meticuloso gestor y un poderoso hombre de acción. Sólo mediante un auténtico equipo, cohesionado por un proyecto común, puede lograrse una transformación excepcional.
Segundo. Las ideas no son contagiosas, por magníficas que éstas sean. Sólo son contagiosas las emociones. Y para contagiar las emociones hace falta poder. El poder que concede (desgraciadamente) el miedo, o mejor aún el poder que emana de la noble influencia: del ejemplo, del sabio consejo, del entusiasmo. Un poder sobre las sociedades en su conjunto.
Tercero. Respecto al talento, el contexto influye el cuadrado de la materia prima. En condiciones adecuadas (una cultura que libera el talento, un agradable ambiente de trabajo, el desarrollo de las cualidades y un sistema que compense la labor bien hecha), las personas aprovechan mejor sus capacidades, optimizando su compromiso. En entornos tóxicos, el talento individual se desaprovecha. El talento aflora o se desvanece según las circunstancias porque, como señaló Ortega: yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.
Cuarto. Atención a los grupos de poder, porque todas las organizaciones los tienen. Y sirven a sus propios intereses. Toda propuesta, por buena que sea, si según la percepción del grupo de poder no supone una mejora par éste, será torpedeado sin piedad.
Quinto. Cuando un movimiento de evolución puede convertirse en peligroso, los reaccionarios se las ingenian para que aparezca un grupo radical, extremo en sus planteamientos, contra el que luchar y que justifique su existencia como garantes de la paz y el orden.
Sexto. El líder ha de comportarse con una integridad exquisita y con la determinación que obliga a que, si es engañado por otro de dudosa ética, le responda sin miramientos.
Séptimo. Todo líder transformador ha de tener en cuenta que sus comportamientos hablan a los demás mucho más fuerte que sus palabras. Es en los momentos de la verdad cuando el líder se juega su credibilidad. Los discursos poco valen si no vienen precedidos por los hechos.
Octavo. Nada sustituye en el liderazgo al contacto directo, presencial, cercano…y a la apelación a un enemigo común.
Noveno. Toda fortaleza puede convertirse en compulsión si se lleva demasiado lejos. El éxito puede emborrachar como el alcohol y, ante la sensación de sentirse invencible, el líder puede embarcarse en confrontaciones teóricamente asequibles, pero que en realidad signifiquen graves derrotas.
Décimo. Es ante la adversidad cuando se comprueban las verdaderas cualidades de un líder. El auténtico dolor, el sufrimiento, desenmascaran lo que de falso tiene una persona y la limpian, como las lágrimas limpian los ojos. En las horas difíciles es cuando se miden las grandes personas.
Undécimo. Una de las principales labores de todo dirigente es desarrollar de manera efectiva a quien ha de ser su sucesor, para impedir que su legado se eche a perder.
Duodécimo. La última grandeza del líder es abandonar el poder antes de que el destino le obligue a ello. Ha de tener la suficiente previsión, generosidad y humildad como para preparar la siguiente generación y cederle el testigo cuando las circunstancias lo aconsejen.
Undécimo. Es el momento del Humanismo, de su triunfo. El desarrollo de la tecnología, la globalización de los mercados, la exigencia de los clientes y la necesidad de innovación hacen imprescindible la liberación del talento a través del liderazgo.
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