30 noviembre 2007

A la mesa...


1. Puntualidad
Primero de nada conviene asegurarse de llegar antes que los invitados para recibirlos. Si asisten varios comensales, lo mejor es elegir un aperitivo nada más llegue el primero, para hacer tiempo.

2. Tacto
No se debe comenzar a comer hablando de negocios sino creando un clima de confianza previo en el que se busquen los puntos en común de ambos comensales. Si resulta oportuno hablar de asuntos de trabajo, mejor a los postres o en el café.

3. Nada de móviles
Conviene dejarlo apartado o en su defecto, ponerlo en modo «reunión». Queda terminalmente prohibido depositarlo encima de la mesa aunque esté desactivado el volumen.

4. El menú
Aunque se puede sugerir algún plato, que sea el invitado el que elija primero. Si se da alguna sugerencia debe de ser de forma relajada, sin obligar al otro comensal a seguir al anfitrión.

5. El vino
Se recomienda que sea el invitado el que decida o no beber vino y elegirlo. Antes de tomar una decisión, suele ser cortesía preguntar por las preferencias del resto de comensales. Una vez en la mesa, el anfitrión debe probarlo antes para verificar que está en perfectas condiciones.

6. Educación al comer
Para no caer en situaciones poco agradables, se deben evitar platos difíciles de manejar como, por ejemplo, espaguetis, cara coles, langosta o pescado con espinas. No se debe olvidar comer con delicadeza, aunque se esté hambriento.

7. Lo primero, la conversación
Dejar de comer en alguna que otra ocasión para escuchar atentamente al interlocutor demuestra especial interés por sus palabras.


8. Tabaco
Si el cliente no fuma, se debe evitar hacerlo aunque diga que no le molesta. De esta manera se da más importancia a la conversación.

9. El tiempo es oro
No se debe prolongar excesivamente la sobremesa. Es mejor que el invitado se quede con ganas de verte de nuevo.

10. Hasta la próxima
Lo más importante es acordar los siguientes pasos para cerrar el acuerdo (llamar a la secretaria para concertar una cita, un correo electrónico...)


De viaje...

1. El mejor guía
Un buen anfitrión debe tener siempre presentes todas las posibilidades del lugar de destino, así como aquellos pequeños detalles sobre la cultura o anécdotas del lugar, que pueden hacer más agradable la estancia.

2. Evitar la verborrea
Aunque la llegada al aeropuerto o la estación lleva implícita cierta preocupación porque el desarrollo del traslado sea bueno y el transcurso posterior del viaje agradable, conviene hablar lo justo. A muchas personas les gusta descansar o estar tranquilos aunque sea en trayectos cortos.

3. No olvidar que es un viaje de trabajo
Aunque la situación se preste a pensar lo contrario, se debe recordar que no es un viaje de placer. Cuidado con usar en exceso el móvil o el portátil.

4. Ser participativo.
Y asistir a todos los eventos formales e informales que se convoquen. Lo mejor es hacerse ver pero sin perder las formas o dejarse llevar.

5. Cuidar al máximo los detalles con los clientes
Suele ser recomendable hacer fotos para poder «cosificar la experiencia» y hacer partícipes al resto de invitados.

6. El cliente no tiene cartera
Por supuesto, cuando se organiza un viaje de negocios los invitados no pagan. Hay que ser rápido y guardar todos los tickets y resguardos de compra

7. Maestro de ceremonias
Comportarse como un auténtico anfitrión y tratar de que los invitados también hagan relaciones entre ellos. Las presentaciones pueden ira acompañadas de algún detalle como, «es un apasionado del golf, o es experto en lectura ».

8. Conocer a todos y cada uno
Una buena investigación, secretaría mediante, de gustos y aficiones puede allanar el camino a conversaciones agradables.

9. Es hora de hablar de negocios...
No. Hay que recordar que, una vez concluido el viaje, habrá tiempo para volver a reunir con el cliente.

10. Agradecimiento
Mandar fotografías, vídeos o regalos es la mejor forma de continuar con la relación.

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