Películas, portadas y estudios demuestran que la búsqueda de la felicidad ha llegado a las oficinas.
No se trata sólo de sonreír de oreja a oreja al recordar lo que cobras de bonus. La psicología marca la diferencia y afecta a los resultados.
“La noche del domingo era mi preferida porque sabía que cuando me levantase a la mañana siguiente, tenía por delante cinco días de diversión. Para triunfar es importante ser feliz en tu oficina”. Con esta peculiar filosofía de vida, Michael Bloomerg logró amasar una de las mayores fortunas de Estados Unidos, además de alcanzar la alcaldía de Nueva York.
Si los domingos por la noche la perspectiva de “cinco días de diversión” en la oficina no te provoca precisamente saltos de alegría, despreocúpate. El bicho raro es Bloomerg. Según un estudio de la firma de selección Kelly Global, realizado entre casi un millar de empresas que operan en España, sólo un 15% se muestra realmente feliz.
La felicidad está de moda, tanto que hasta se habla de ella en las oficinas, la culpa es de la película recién estrenada, En busca de la felicidad, varios estudios y uno de los diarios más prestigiosos del mundo. The Economist se preguntaba en su primera portada de 2007 qué es la felicidad y cómo se puede medir. El artículo enfatiza más en aspectos como las relaciones con los demás o la psicología que en el tamaño de la cuenta corriente.
El debate puede interesar hasta a los directores de recursos humanos más ariscos. Y no por un ataque de buenrollismo. Según Monserrat Ventosa, directora general de la consultora Great Place to Work en España, “cuando dos empleados tienen talento lo que les diferencia es su grado de felicidad, entendiéndola como compromiso con la empresa, orgullo de pertenencia y, como no, disfrute con el trabajo, los compañeros y, por supuesto, con el jefe”. Según Ventosa, se empieza a notar que las empresas comienzan a preocuparse por el bienestar de sus empleados porque “saben que beneficiará los resultados”.
Siguiendo ese planteamiento, alguna empresa poco sutil podría decidir que la mejor forma de hacer felices a sus empleados es con un buen aumento de sueldo. Sería un error, por mucho que algún empleado se tire de los pelos ante esta afirmación. El dinero no da la felicidad, una vez que, eso sí, se cubren las necesidades básicas. Manuel Baucells, de la escuela de negocios IESE, y Rakesh K. Sarin, profesor de UCLA Anderson School of Management de California, lo explicaron hace poco en un informe ¿Puede más dinero comprar más felicidad? Defienden que 11.500 euros anuales en España son suficientes para ser feliz. Tras ver esta cifra, más de uno se preguntará por qué no es el ciudadano más satisfecho del mundo si esa cantidad la supera hasta su hijo que acaba de terminar la carrera.
Según Manuel Baucells existen dos tipos de bienes: los básicos, como los amigos o la comida, y los adaptativos, como el coche o la televisión. “Un amigo lo tienes hoy y dentro de diez años. Sin embargo, en seis meses te cansas de un coche. Los objetos deben valorarse según lo que te vaya a durar la felicidad de poseerlos”. Baucells recomienda ir adquiriendo bienes de forma gradual porque si te hace feliz comprar un porche con treinta años, pocos saciarán tu felicidad cuando tengas cincuenta.
Felicidad “made in Hollywood”
El protagonista de En busca de la felicidad no se compra ningún deportivo de lujo para alcanzar la felicidad. Lo suyo es más cinematográfico: al principio de la historia vende productos para hospitales y, 116 minutos y muchas penurias después, logra un buen puesto de trabajo con una buena retribución. ¿Moralejas? Hay que saber sufrir sin perder el optimismo; llorar sin perder el espíritu de superación y estar siempre de buen humor aunque se te caiga el mundo encima. “También en los negocios se debe aprender a sufrir y aceptar las dificultades”, señala Alberto Ribera, también profesor de IESE, que hace unos meses ofreció una conferencia para los antiguos alumnos de la escuela titulada Felicidad y Empresa. Secunda que la relación entre dinero y felicidad es relativa. “Algunas de las aplicaciones más relevantes de la ciencia de la felicidad desde la perspectiva de un directivo consisten en tener una actitud positiva ante la vida, un espíritu deportivo para superar las dificultades y fracasos, valorar lo que se tiene sin compararse con los demás y, sobre todo, tener en cuenta a las personas”, indica.
Ahora que llegamos al final, podemos confesarlo: en este artículo no hay fórmulas mágicas para encontrar la felicidad, sencillamente porque no existen. Pero es que ni el propio Thomas Jefferson, autor del famoso texto de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, en el que la felicidad tiene un papel protagonista, tuvo la seguridad suficiente para afirmar que ser feliz era un derecho. “Todas las personas tienen derecho a buscar la felicidad”, reza el texto. De encontrarla no pone nada.
SI QUIERES PUEDES
Chris Gardner, protagonista de En busca de la felicidad, se cruza con el director de Recursos Humanos de la entidad financiera en la que acaba de entregar su minúsculo currículo. Ni corto ni perezoso le aborda, se presenta, e incluso se monta en su taxi para contarle las ganas que tiene de entrar en la plantilla de la empresa. Como Gardner, “hay que saber venderse. Cada uno debe creerse lo que es capaz de hacer y conseguir que el otro se lo crea. Y si además, se hace con buen humor y mostrando positividad, mucho mejor”, señala Marta Romo, gerente de la consultora Eurotalent, que ya ha visto la película. Según Romo, “El sentido del humor, sin perder la educación, se valora mucho en un entorno serio”, indica.
MARCA TUS PRIORIDADES Y OPTIMIZA EL TIEMPO
“Vivimos en un momento en el que cuantas más horas trabajas, más dinero consigues. Pero más dinero no puede comprar más felicidad. Se debe trabajar lo suficiente para vivir bien, pero pensando a qué dedicas tu tiempo”, señala Manuel Baucells, profesor de IESE. Chris Gardner hace en cinco horas lo que sus compañeros hacen en siete. ¿Cómo? No deja pasar un segundo entre llamada y llamada a clientes y no se levanta ni al baño. Su motivación para optimizar el tiempo: recoger a su hijo a la salida del colegio. Gardner tiene muy claro qué parte del día es para trabajar y qué parte es para la familia. Otro aspecto importante es saber vivir acorde a tu situación económica. Gardner controla sus pequeños lujos según sus ingresos.
NO TODO ES TRABAJO EN LA VIDA
“Estamos todo el día oyendo hablar de conciliación y de familia. Este personaje es un ejemplo en este tema. Su forma de conciliar la vida familiar y laboral es una de sus mejores virtudes”, señala Lliana de Cárdenas, socia de la firma de cazatalentos Korn Ferry en España, que también ha visto el largometraje. Chris Gardner separa radicalmente su vida en la oficina de su tiempo con su hijo. Y viceversa. En el trabajo, nadie se percata de que ha tenido que pasar la noche en un cuarto de baño del metro porque su casero le ha echado. Y cuando está con su hijo, el pequeño nunca percibe los malos tratos que le ha hecho pasar el jefe a su padre en el trabajo.
LA HONESTIDAD POR BANDERA
“Hace falta gente más auténtica. Nos estamos encontrando con muchas personas a las que les preocupa más aparentar lo que quieren ver los demás que lo que de verdad son. Hay que dejar de intentar ser lo que no somos porque no es una buena apuesta a largo plazo”, indica Marta Romo de Eurotalent. Dos valores de Chris Gardner son su honestidad y su dignidad. Es sincero en cuanto a su situación en la entrevista de trabajo donde reconoce que dejó los estudios al terminar el colegio pero sin dejar de insistir en que siempre se le dieron bien los números. “El personaje es humilde y tiene empatía. Pero también es tenaz”, dice Lliana de Cárdenas, de Korn Ferry.
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